Kissinger: RIP por una época que hace tiempo debió desaparecer

Por: Carlos Tobar Gutiérrez

Ha muerto a los 100 años, Henry Kissinger, uno de los más importantes arquitectos de la política exterior imperialista de los EE.UU. Fungió como Asesor de Seguridad Nacional y Secretario de Estado en la álgida época de la Guerra Fría con la U.R.S.S. Un período de la historia donde el equilibrio del poder descansaba en la amenaza de la guerra nuclear entre las dos superpotencias, y, sobre tal base se repartían las áreas de influencia.

Una época de guerras cruentas en Asia, África y América Latina, todas instigadas por los intereses imperiales de esos dos grandes poderes, en su brutal lucha por la hegemonía. El mundo lo redujeron a la falsa dicotomía comunismo-democracia liberal; la realidad escondía la explotación de pueblos y países enteros para engordar las riquezas y privilegios de las élites imperiales.

Contra esa falsa contradicción se levantó la voz independiente de los países No Alineados: las decenas de nuevos estados independientes que la lucha anticolonial estaba sembrando en los territorios periféricos como reacción a la política criminal de repartición del mundo en que se convirtieron las dos grandes guerras imperialistas de la primera mitad del siglo XX.

Este marco de referencia descrito a grandes brochazos es importante, para describir la política exterior de la potencia de occidente, construida con la ayuda de Kissinger. La hegemonía de los EE.UU. en esta área del planeta se protegió a sangre y fuego: desde las negociaciones para terminar la guerra de Vietnam, una aventura que no salió bien, pero que buscaba preservar los intereses estadounidenses en el extremo oriental de Asia; pasando por las intervenciones en muchos países de África que buscaban su independencia de los poderes coloniales, agresiones que realizó en contubernio con los decadentes poderes coloniales europeos; hasta el derrocamiento de primer gobierno socialista de América Latina en Chile, elegido democráticamente y, que terminó con el asesinato del presidente Allende y la instauración de la sangrienta dictadura de Pinochet; a más de las numerosas intervenciones armadas o presiones indebidas sobre países soberanos de la región y del mundo.

Para mantener ese poder hegemónico apeló a todo. Hasta a borrar todo atisbo de democracia y respeto por los derechos humanos al ordenar, por ejemplo, el bombardeo secreto de Camboya, un país vecino a Vietnam, con la disculpa de que por su territorio se abastecía el ejército del Vietcong: resultado 50.000 muertos inocentes. Ejemplos similares, pulularon en los ámbitos del redil norteamericano.

Su gran ingenio estratégico en su confrontación con la U.R.S.S. fue el acercamiento con China. La política que, bajo la dirección de Richard Nixon, permitió a los Estados Unidos desequilibrar la correlación de fuerzas mundial de la época.

El cinismo, el todo vale y el fin justifica los medios, fueron sus prácticas en las relaciones internacionales. Ayudó a mantener el poder de los gobiernos estadounidenses sobre sus áreas de influencia, incluyendo a su patio trasero: Latinoamérica. Una región a la que pertenecemos y que tanto ha sufrido por estar “…tan cerca de los Estados Unidos”.