El campo huilense se renueva con prácticas verdes
Escrito por Diego Andrés Marínez Polanía - 10/22/2025

Campesinos del norte del Huila están transformando sus prácticas agrícolas a través de proyectos de producción sostenible.

“Antes pensábamos que conservar era dejar quieta la tierra”, dice Fernando Cruz Hernández, campesino de la vereda El Diamante, en el municipio de Colombia, Huila. “Hoy sabemos que también se conserva cuando se cultiva bien, cuando se devuelve a la tierra lo que le quitamos”.
Desde su finca El Cedro, Fernando cuida más de 1.000 plantas de cardamomo, un cultivo que representa su apuesta por la sostenibilidad. Este cambio inició con las capacitaciones recibidas en las Escuelas de Campo (ECAS), promovidas por la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM).
“He dedicado toda mi vida a la agricultura. Cultivé café por décadas, hasta que las variaciones en los precios y el deterioro de los suelos me llevaron a buscar alternativas, como el cardamomo, un cultivo que, con el acompañamiento de la CAM, aprendí a producir de manera más orgánica y sostenible”, relata Fernando.
En las ECAS, los productores aprendieron a elaborar supermagro, un biofertilizante orgánico que ha permitido recuperar hasta el 60% de los suelos deteriorados por el uso excesivo de agroquímicos. “Con este abono hemos visto cómo la tierra vuelve a dar vida”, afirma el agricultor, destacando que hoy las fincas de la zona combinan tradición y sostenibilidad para mantener la productividad sin dañar los recursos naturales.
Acuerdos de conservación
El esfuerzo de Fernando es compartido por 83 familias campesinas que habitan en el Parque Natural Regional Páramo Las Oseras y su zona de amortiguación. Todas ellas hacen parte de los acuerdos de conservación impulsados por la CAM, una estrategia que busca armonizar la producción sostenible con la protección ambiental.
“Por su riqueza hídrica y su gran extensión en conservación, hemos trabajado con comunidades de más de 18 veredas, implementando escuelas de campo y 19 estrategias de educación ambiental”, explica Santiago Amaya, profesional del área protegida. “Hasta ahora se han establecido 83 sistemas productivos entre huertas, galpones, cultivos de fríjol, maíz y cítricos, además de la elaboración del supermagro, que ayudan a conservar los recursos naturales y a reducir la contaminación del agua y del suelo”, agregó.
Compromiso ambiental
Para Diego Alfonso Polanía Suárez, profesional productivo de la CAM, el compromiso de los agricultores ha sido clave en este proceso. “En las Escuelas de Campo hemos enseñado a preparar el supermagro con los insumos entregados a los productores. Este abono ha tenido excelentes resultados: mejora la productividad, evita la contaminación del suelo y fortalece la cultura ambiental”, señaló.
Las veredas La Legiosa y Boquerón son ejemplo de este cambio. Allí, los productores aplican el supermagro de acuerdo con las etapas del cultivo —enraizamiento, crecimiento, floración y maduración— logrando resultados visibles en la calidad de las plantas y la salud del suelo.
Un cambio de mentalidad
“Antes nadie nos hablaba de cuidar el suelo. Hoy sabemos que, si no lo hacemos, no tendremos más tierras buenas para cultivar”, reflexiona Fernando. “Por eso mi recomendación es que los campesinos saquemos tiempo para aprender. En el campo trabajamos mucho, pero si no dedicamos un momento a adquirir conocimiento, no avanzamos. El conocimiento nos enseña a cuidar, a recuperar y a hacer que las cosas funcionen mejor”.
Con experiencias como la de Fernando Cruz y las comunidades del Páramo Las Oseras, el Huila avanza hacia un modelo de producción rural más responsable con la naturaleza, donde conservar y producir van de la mano para asegurar un futuro sostenible.

