El Hijo del Presidente

Por: Jorge Fernando Perdomo

La primera consideración en esta columna de opinión es el profundo respeto y consideración con el señor presidente por los difíciles momentos que debe estar atravesando, por los actos “presuntamente” delictivos de su hijo Nicolas, a pesar de no haberlo criado, como el mismo lo advirtió cuando salieron a la luz publica las denuncias de su exesposa Day Vásquez.

Pero tratar de sacar este delicado asunto de contexto para evadir las reales consecuencias, es como en el pasaje del Quijote, querer “poner los pies en polvorosa y coger las de Villadiego” para escapar de algo tan negativo que además de signar para siempre la presidencia de Gustavo Petro, puede tener otras consecuencias más graves.

El problema no es tener un hijo calavera haciendo pilatunas. El verdadero problema es que Nicolas Petro cumplía un rol protagónico en la campaña del pacto histórico. Es un dirigente representativo de ese movimiento político, había sido su candidato a la gobernación del Atlántico y en virtud del estatuto de oposición fungía como diputado, ejercía como el jefe del pacto en la costa caribe sobre lo cual alardeaba en varas declaraciones públicas, por expresa delegación de su padre Gustavo Petro como candidato presidencial en conversación con Armando Benedetti que se hizo pública, estaba encargado de recaudar dineros para la campaña y en esa dinámica de demostrarse que lo recibido a personajes de tan dudosa reputación como el “turco Hilsaca” y el “hombre Marlboro” no se lo embolsillo todo, sino que parte la entregó a la campaña, sin haber sido registrada en la contabilidad, estaríamos frente a unos hechos delictivos por financiación ilegal, lavado de activos y violación de los topes electorales.

Ahora la defensa se centra en que al presidente lo quieren tumbar. A Petro nadie lo quiere tumbar, él se está cayendo solo, erosionando la confianza con cada actuación que genera incertidumbre, donde todos los males que se endilgaban a la clase gobernante como razón del cambio, se han perpetuado y con que énfasis en el gobierno del cambio. El nepotismo, la mermelada, la corrupción, los dineros recibidos por su hijo, los 15 mil millones de pesos que entraron a la campaña según denuncia de Benedetti, la falsa paz con grupos narcotraficantes y de delincuencia común como resultado del pacto de picota.

Al presidente Petro hay que garantizarle que termine su mandato. No se le puede defenestrar como lo sugieren algunos políticos, pues este experimento del cambio saldrá mal, hará implosión y quedará enterrado para siempre.

Ahora Petro de viste de golpista. Sus tiempos de anarquista pasaron haciendo daño al país. Ahora ataca la democracia y el estado de derecho. Desconoce las competencias de la rama judicial, como esta sucediendo con la ley refrendada por la Corte Constitucional, que armoniza la sentencia de la Corte Interamericana. Confronta a la Procuraduría, la Fiscalía, las cortes. Vendrán tiempos difíciles pues Petro no corregirá llevándonos al caos. Pero reitero hay que garantizar que termine su mandato, para que ese proyecto político sustentado en el resentimiento y la insensatez termine por siempre en su propia ineficacia.

Tampoco se trata de legitimar gobiernos desastrosos, que perpetuaron la inequidad y la desigualdad, donde la corrupción campeó por doquier, la mermelada y los privilegios eran la constante, todo lo cual abocó al deseo de cambio que supo capitalizar el populismo que hoy nos está llevando al desastre.