María Jimena Dussán no tiene toda la razón

Por: Jorge Fernando Perdomo

María Jimena, sorprendió a quienes todavía lo dudaban, con la denuncia sobre la adicción del Presidente Petro. Pero en el preámbulo de su columna se equivoca cuando manifiesta que criticaba la petrofobia por advertir que de llegar al poder “acabaría con la propiedad privada y con el estado de derecho”.

Hagamos caso omiso del problema de la adicción, que si una Petrista tan comprometida y periodista siempre bien informada le invita a develar, no es solamente porque el rio suena, pero el fondo de su reclamo es el desgobierno, coincidiendo con el editorial de la prestigiosa publicación The Economist, cuando advirtió que Petro además de impopular (ya está en el 64%) se está tambaleando, pudiendo perder el poder. Claro que a María Jimena en la última entrevista, Petro advirtió que si bien es la cabeza del gobierno no tiene el poder y no lo ejerce, porque no es capaz, abandona sus obligaciones, incumple sus compromisos, no sabe hacer equipo, es un desastre. Es la cabeza del gobierno porque la democracia decidió darle una oportunidad al cambio que preconizaba, más por un voto de castigo al establecimiento que lo venía haciendo mal y la “bocanada de aire fresco” que fue un día hoy es un pestilente aliento que está acabando con este país.

La verdad en este largo año de desgobierno, solo hemos observado, la ejecución metódica de un plan preconcebido para acabar con la propiedad privada y el estado de derecho. Nada al azar. Es la aplicación perfecta de la teoría del caos, que aplicada a las matemáticas y otras ciencias y con explicaciones en la mitología griega, ha sido adaptada por politólogos modernos para significar que cuando un estatus no favorece debe destruirlo todo pues del caos y la anarquía algo bueno puede surgir para sus intereses.

El primer acto del caos estuvo dirigido a la destrucción de las fuerzas armadas. De un plumazo dio de baja a 52 generales del ejército nacional y ha continuado removiendo militares de alto rango para ascender personal que carece de experiencia y conocimiento. Ha sido evidente su propósito de desmantelar la inteligencia militar, permitiendo el fortalecimiento de bandas de narcotraficantes, disidencias de las Farc, del ELN. Petro pareciera estar en un laberinto sin salida, atado a una negociación que reconoce fue prematura.

El recién proyecto de ley presentado para incrementar de manera desproporcionada el avaluó predial y de paso el impuesto, es una medida claramente dirigida a atacar la propiedad privada.

La crisis a la que tiene sometida las EPS reteniendo los pagos para hacerlas colapsar en la operación que bautizó “shu shu shu” es muestra evidente de su propósito de destruir el sistema de salud, cuya reforma naufraga en el congreso.

Petro se esfuerza por destruir la confianza de los colombianos y es ese estado depresivo al cual le conduce su adicción el que lo convierte en peligroso e impredecible.

Pero a Petro hay que dejarlo terminar, no se le puede defenestrar para convertirlo en un mártir. Las altas cortes y el congreso de la república actuarán como muro de contención, para evitar el caos y que para la historia quede constancia que este gobierno no pudo destruir el país y que el fracaso fue solamente resultado de la ineptitud del presidente.