Pero Qué Pasó Tito

Por: Jorge Fernando Perdomo

La actividad política no deja de asombrar. La semana pasada fuimos sorprendidos por la decisión del Consejo de Estado decretando la suspensión provisional de la resolución por la cual el representante “TITO” MURCIA fue llamado a ocupar la curul en la cámara, que apenas unos días antes había logrado, cuando tumbaron la credencial de VICTOR ANDRES TOVAR, al estar incurso en una manifiesta inhabilidad por ejercer su señora madre autoridad civil y política como alcaldesa de Tarqui. A más de uno, propios y extraños nos impactó esta situación por el afable carácter del Doctor Tovar quien asomaba en la vida política como un joven político con proyección. Por fortuna su futuro político quedó abierto al no haberse decretado la muerte política.

Lo anterior en lenguaje más entendible para el común de la gente, significa que a partir de la ejecutoria de la providencia, “TITO” abandona su curul y casi se puede asegurar que todo por lo que había luchado toda su vida queda en ceros, pues la medida cautelar así decretada, por su severidad que sorprende a legos y especialistas, hace presagiar un desenlace fatal, porque perfectamente se había podido admitir la demanda de nulidad y permitir el desarrollo del proceso sin decretar la suspensión provisional, a menos que la contundencia de las pruebas sea tal que resultaba obligada o que mediara otro factor externo muy poderoso que conminara su aplicación.

TITO quien siempre había militado en el partido conservador con varios devaneos propios de sus estados de ánimo, impactó mis recuerdos con sus fogosos discursos de amor por su partido declarándose un soldado de la causa azul, primero en el movimiento de Integración Conservadora, luego como entusiasta dirigente y permanente beneficiado de la casa Andrade, dejando en su paso por cada orilla del mismo rio, ingratos recuerdos de su beligerancia llevada más allá de la confrontación altiva.

Seguramente fue ese temperamento sumado a una locuacidad sin contención lo que llevó a que en su corta vida política, sumara más detractores y enemigos que amigos. En el partido conservador no dejó títere con cabeza aun a aquellos que le habían servido y brindado afecto y amistad. Pero lo que resultó impensable es que una vez que saltó a otro partido, sin haber precavido como cualquier buen abogado el alcance de la violación de las normas que regulan la prohibición de la doble militancia, su actitud fue pugnaz en la nueva colectividad que lo había recibido con los brazos abiertos.

Cuando escuche su discurso en Acevedo respaldando abiertamente un candidato distinto al avalado por su nuevo partido y conociendo el carácter de Vargas Lleras me aventuré a pronosticar un desenlace fatal. Vino de inmediato la medida disciplinaria interna de suspenderle la voz y el voto en la Cámara, pero lo grave se cocinaba en las altas cortes.

Sin lugar a dudas es un golpe muy fuerte para “TITO”. Ojala, como lo escribió el historiador romano TITO, pueda olvidar lo que ya sucedió, pues lo hecho, hecho está y todo se puede lamentar pero no rehacerse. En circunstancias tan difíciles no cabe sino desear fortaleza y recordarle que el poder de la desdicha puede tener un efecto transformador.