Petro Acorralado

Por: Jorge Fernando Perdomo

Un axioma de vida es que la impulsividad en la toma de decisiones nunca permitirá acertar. La ciencia ha demostrado que la emotividad altera los circuitos neuronales. Eso está sucediendo con nuestro Presidente.

Gustavo Petro, quien había comenzado su gobierno mostrando una actitud conciliadora, con una personalidad asombrosamente distinta a la intemperancia conocida, había logrado conformar una amplia coalición de gobierno para sacar adelante sus reformas, hoy está regresando a su esencia, como lo retrató el prestigioso medio ingles The Economist, cuando lo calificó de voluble con rasgos narcisistas, megalómano, dogmático y temperamental.

Hoy sin el apoyo incondicional de los partidos Conservador, Liberal y de la U quienes se retiraron de la coalición de gobierno, la precariedad política a la cual se ve abocado lo está conduciendo a su radicalización, y nos hemos dado cuenta que cuando Petro se siente acorralado toma decisiones en caliente y como dice el argot popular, “el que se emberraca pierde”. Si no fuera por la solidez de las instituciones colombianas el asunto sería de enorme preocupación pues generalmente los reflejos del populista es ir contra los frenos institucionales.

Pero como una cosa es ser oposición y otra gobierno, la partida se la van ganando los jefes de los partidos políticos tradicionales que le están aplicando la máxima de Napoleón: “nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error”, y lo que está pasando es que cada día crece un profundo descontento en un país que le apostó al cambio y solo hay decepción. El deterioro del orden público es cada vez más significativo, mientras el Presidente sigue hablando de la paz total sin ningún resultado y solo se percibe que hay mucha carreta y poca coherencia. La reforma a la salud y la transición energética se evidencia como un salto al vacío que arriesga la estabilidad del país. El sector productivo está agobiado por las reformas ideologizadas y la ciudadanía ya se ha dado cuenta de que está hecho nuestro Presidente a punto que ya hay muchos Petristas arrepentidos y existe preocupación por lo que viene, pues sabemos que “por mala que sea, toda situación es susceptible de empeorar”.

Por eso la elecciones regionales de octubre serán un plebiscito a la gestión de Petro quien por el camino de las decisiones temperamentales continuará equivocándose y radicalizándose y muy posiblemente como medida extrema, nos convoque a una constituyente. Ese sería su peor error, pues permitirá a los colombianos regresar a la sensatez y el sentido común. Ahí está el espejo de Chile considerado un laboratorio de cambio social para Latinoamérica, donde la oficialidad izquierdista de Boric, , en un giro de 180 grados por cuenta del radicalismo quedó en la última elección para la Constituyente, con solo una tercera parte. Tremenda derrota.