¡Veamos la diferencia de la vergüenza nacional!

Con el super escándalo de las chuzadas, magnificados como combustible por los medios afines al gobierno y enemigos del cambio, pedimos con mayor fortaleza y prontitud lo mismo: investigaciones.

Por: Alfonso Vélez Jaramillo

Cuando se robaron los 70 mil millones de pesos de la licitación para el Internet de los colegios oficiales de todo país, el folclórico presidente Iván Duque, en lugar de destituir de manera fulminante a su ministra Karen Abudinen, irresponsablemente salió en los medios a exaltar con cinismo la personalidad y el carácter de su funcionaria estrella.

Esta fue la copa que rebosó la paciencia y ayudó a decidir sin miedo, el futuro de un nuevo país con presidente que expuso en su programa una teoría de Estado con tendencia de izquierda, dentro de un país con sistema económico capitalista, ya que el pueblo se cansó de la descarada inmoralidad y la corrupción manifiesta del perverso gobierno Duque.

Sin temor a equivocarme, fue el motivo transcendental, para que el Centro Democrático y el uribismo perdieran las elecciones y de paso el poder total, aunque aún les queda los organismos de control haciendo diabluras y campaña política manifiesta por fuera de sus funciones o, tergiversando su ejercicio e incumpliendo las funciones que ordena taxativamente la Constitución Política colombiana.

Para elegir al presidente Petro, no solo votó la Colombia Humana, como afirman de manera sesgada hoy sus integrantes ahora que están en el poder, desconociendo el apoyo ciudadano de quienes no pertenecen a esa agencia política como militante, pero votó coyunturalmente por Petro.

Para elegir a Petro, votaron contra Duque y su partido de gobierno los colombianos indignados y cansados de la desvergüenza manifiesta y la contumelia de muchos funcionarios y legisladores afines, mientras los perdedores aún no lo reconocen, y esto se nota a leguas, porque no han dejado el país tranquilo, atacando por todas partes con sus distintos planes que agotaron las letras del alfabeto, no se sabe si están ejecutando el plan b, c, d o z con el propósito de crear las condiciones para “tumbar” el gobierno.

Ahora con el super escándalo de las chuzadas, magnificados como combustible por los medios afines al gobierno y enemigos del cambio, pedimos con mayor fortaleza y prontitud lo mismo: investigaciones a fondo para que los responsables caigan en poder de las autoridades, cuyo fin evitar que el crimen de las interceptaciones ilegales y los demás que broten en las instituciones públicas no queden impunes ni en el aire.

Fue uno de los delitos que más ha criticado y condenado la comunidad internacional en las últimas dos décadas, que hasta el mismo controvertido fiscal Francisco Barbosa confirmó que sí tuvieron lugar, al expresar “esto de las chuzadas no puede volver a seguir ocurriendo en Colombia”.

Pedimos que este delito ni los demás queden en la impunidad y los responsables que paguen, sea quien sea, si fue así como lo ha dicho el fiscal, aunque no se le cree todo lo afirmado, por su enfrentamiento personal con el presidente Petro.

Se ha ofendido la dignidad nacional al cometerse un delito desde la Casa de Nariño, donde se supone reside el jefe de la Administración Pública, quien representa a su majestad la unidad y la honra nacional, y la garantía de los derechos y la libertad de todos los colombianos.

La diferencia, es que la ministra Karen Abudinen no fue destituida ni renunció, ni le pidieron la renuncia, se iba a quedar en el gobierno. Tuvo que existir una moción de censura en el congreso, que si hubiera sido aprobada por los congresistas ella salía forzosamente del cargo y, para evitar que esto sucediera presentó su renuncia, no tuvo otra salida.  Al otro día estaba de alcaldesa ad hoc en Sincelejo.

No importó el escándalo del robo de los 70 mil millones que dejó sin internet a 14.000 instituciones educativas de todo el país, pero esa es Colombia la ofendida, pintoresca y desdibujada moralmente patria bananera.

Está bien hecho que investiguen a fondo, así debe ser el impulso para todos los procesos. El Fiscal no tiene la misma diligencia y el decoro para hacerle seguimiento a las declaraciones del ex paramilitar Salvatore Mancuso, cuando habló e involucró de cometer atrocidades a destacados políticos y hasta expresidentes que hoy tratan de rencaucharse políticamente.

Así como en tiempo récord se ha hecho una investigación con gran despliegue en la prensa radio y televisión, inclusive, profusamente, en las redes sociales, con el mismo espíritu deben darles el impulso a todos los procesos sin distinción.

¿Por qué al Fiscal Barbosa no se le ha visto la misma rapidez y el decoro desde cuando Mancuso habló e involucró a sus amigos políticos quienes sin disimulo opinan, adulan y condenan sobre la moral, la ética y los tipos penales, pero no los delitos suyos?

Esto le quita peso al trabajo del fiscal, por cuya razón el pueblo colombiano cree en una verdad fraccionada y, presuntamente, una verdad penalmente tergiversada, en medio de esta polarizada patria bananera, convertida en una vergüenza para la comunidad internacional, que de esto no quede duda.