Petro. Entre el Pragmatismo y la Ideología

Por: Jorge Fernando Perdomo

El Presidente se encuentra en un gran dilema para lograr la aprobación de las reformas que ha propuesto a la nación.
Ya fracasó con la reforma política que estaba llena de micos y orangutanes, con propuestas nada progresistas y más bien retrogradas que conducían al país al imperio de la clase política, con puerta giratoria incluida y que mereció el rechazo unánime de la ciudadanía, los partidos de oposición y finalmente hasta del mismo partido de Petro. Improvisación es el único calificativo que cabe a semejante esperpento.

Y ahora, la reforma a la salud a punto de naufragar por circunstancias ya ampliamente conocidas que han merecido el rechazo de la opinión pública, al tratar de destruir lo construido en los últimos 30 años con un sistema que evidencia fallas susceptibles de corregir mediante el consenso y el dialogo que es la herramienta fundamental en toda democracia.

Pero tal vez la mayor dificultad que ha impedido la construcción de un proyecto para el mejoramiento de la salud de los colombianos es la soberbia y actitud despótica de la ministra Corcho, quien ha desconocido los puntos de encuentro logrados con el mismo Presidente Petro para imponer a la fuerza su pensamiento ideologizado, de regresarnos a un sistema estatista con tan malos recuerdos para quienes conocieron el extinto Seguro Social y “poniendo conejo” a los acuerdos logrados en largas sesiones de análisis, mereciendo el rechazo de las mayorías en el congreso. La Ministra que en su arrogancia seguramente habría pensado que los corchos no se hunden, ahora ha expresado que prefiere inmolarse antes que aceptar las propuestas de los partidos que hasta hoy han acompañado la coalición de gobierno.

Petro que es un hombre inteligente debe conocer la máxima de Deng Xiaoping que “no importa si el gato es negro o blanco, mientras pueda cazar ratones es un buen gato” y que en aras del pragmatismo se puede relegar la ideología en la búsqueda de la verdad en los hechos. Y los hechos es que no tiene mayoría para imponer su voluntad. Que debe concertar.

Quienes profesamos una ideología contraria a la de Petro, sin sectarismo, no le apostamos a que le vaya mal porque le va mal al país, porque además con un presidente fracasando permanentemente en su propósito reformista, se corre el riesgo de su radicalización, convocando al fanatismo que es la “única fuerza de voluntad de la que son capaces los débiles” y generando una polarización extrema que a nada bueno conduciría.

Pero lamentablemente lo vemos como una víctima del destino, como un Edipo en la obra de Sófocles cometiendo errores, uno tras otro, y a pesar de que habrá quienes le digan que no lo haga, que va a fracasar, que es un error, sin embargo tercamente termina haciéndolo.

Esto va mal y es susceptible de empeorar.